Comenzó mas o menos en 1994 cuando buscaba un nombre para mi revista de historietas independiente, me refiero al comic que dibujaba en aquella época y que no estaba sujeto a las exigencias de un editor, el arte secuencial que quería hacer y que tal vez
dadas las circunstancias de mi país en esos años, no resultaba fácil publicar con un subsidio ni tirar una gran cantidad de ejemplares para distribuir en tiendas de revistas o almacenes.
Era el tiempo en que muchos de mis amigos dibujantes se partían la espalda día y noche en una mesa de dibujo trabajando para las grandes editoriales, dibujando historietas comerciales muy mal pagadas. Todos con un sueño, con un proyecto en el cajón esperando el día de lograr producirlo y editarlo dignamente. Todos admiradores de los grandes historietistas europeos pero también, queriendo y no, enajenados con los superhéroes de
Marvel y DC comics. Algo lamentable en un país (México) cuna de grandes historietistas como Gabriel Vargas (La Familia Burrón) por citar solo a uno ya que la lista es muy grande...
Así las cosas, mi proyecto de comic no se diferenciaba mucho de esas influencias europeas y norteamericanas, sin embargo, en esos días, por otros muchos motivos, corría en mis venas un coraje, una rabia e impotencia ante la situación siempre impredecible que padecemos los artistas latinoamericanos cuando sentimos la necesidad de abordar en nuestro trabajo cuestiones sociales y políticas inmediatas, quiero decir, por ejemplo, la caricatura política... Podría decir mucho al respecto pero eso da para otro sitio. El asunto es que un día, ojeando una revista (Muy interesante) me encontré un artículo que hablaba de los escritores de ciencia ficción como “visionarios” o “profetas”, de ahí a conectar con Julio Verne faltaba solo un paso. Recordé de inmediato un documental que vi en mi infancia y que me dejó inexplicablemente alucinado: se trataba de la expedición que realizó el oceanógrafo Jacques Cousteau al bordo del Calypso, buscando en lo más profundo del mar ni más ni menos que al Nautilus, el cual por supuesto encontró.
También yo llevaba años buscando en la profundidad de mi cerebro a un animal milenario.
De pronto las asociaciones de ideas encajaron como piezas de un rompecabezas que siempre había estado ahí... siempre he temido morir ahogado... o loco. El mar ejerce en mi, como en muchos, una fascinación avasallante.
Desde entonces no solo mi efímero “comic independiente” adoptó el nombre “Nautilus, Comic de las Profundidades” también es el nombre de mi grupo imaginario de jazz-rock-new age, el cual consta de un solo miembro: Mr. Nautilus... El nombre se infiltro en toda mi obra. Me dedique a revisar mis trabajos anteriores (textos, dibujos, performance) y me parecía que todo tenía un paralelismo. Quise ver paranoicamente esa relación tal vez para justificar el hecho de que desde que tengo uso de razón, me he pasado la vida dibujando sin saber para qué... Me pareció que todo eso tenía que contar una historia, una sola. Inventé el guión cinematográfico para ilustrar la vida de un hombre que a nada encuentra sentido antes del momento de arrojarse al mar y encontrar, ahí si, un mundo en el que encajaba sin dar explicaciones de nada a nadie, un regreso al origen, un retorno al hogar.
FEBRERO / 2007 / Abril 2009...
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